La ansiedad es una emoción natural.
La ansiedad guarda algunas similitudes con otras reacciones emocionales, tales como la alegría, el enfado, la tristeza, el miedo, etc. La ansiedad es experimentada como una emoción desagradable, negativa, que surge en una situación ante la que el individuo percibe una amenaza (posibles consecuencias negativas). Para afrontar esta situación y tratar de reducir las consecuencias negativas, el individuo debe ponerse en alerta.
La reacción emocional puede observarse a un triple nivel: cognitivo-subjetivo (la experiencia), fisiológico (cambios corporales) y motor (conductual-observable).
Anivel cognitivo-subjetivo, la ansiedad se caracteriza por sentimientos de malestar, preocupación, hipervigilancia (ESTAR TODO EL TIEMPO EN ALERTA), tensión, temor, inseguridad, sensación de pérdida de control, percepción de fuertes cambios fisiológicos (cardiacos, respiratorios, etc.)
Anivel fisiológico, la ansiedad se caracteriza por la activación de diferentes sistemas, principalmente el Sistema Nervioso Autónomo y el Sistema Nervioso Motor; aunque también se activan otros, como el Sistema Nervioso Central, el Sistema Endocrino, o el Sistema Inmune.
De todos los cambios que se producen, el individuo sólo percibe algunos cambios en respuestas tales como:
Palpitaciones, respiración acelerada, mareos, variación cardiaca, sudoración corporal más frecuente, sofocación o frialdad, alteración de la temperatura, tensión muscular, contracturas de la mandíbula (Bruxismo), molestias abdominales, molestias gástricas a nivel del colon, dolores de cabeza, etc.
La persistencia de estos cambios fisiológicos puede acarrear una serie de desórdenes psicofisiológicos transitorios, tales como dolores de cabeza, insomnio, disfunción eréctil, contracturas musculares a nivel cervical y lumbar, también problemas generalizados como la Fibromialgia, disfunciones gástricas, etc.
A nivel motor u observable, la ansiedad se manifiesta como inquietud motora, hiperactividad, movimientos repetitivos, pensamientos catastróficos repetitivos, dificultades para la comunicación (tartamudez), fobias, pánico dificultad para la concentración, huir de situaciones temidas, consumo de sustancias (comida, bebida, tabaco, etc.), llanto, tensión en la expresión facial, sudoración de manos, comerse las uñas, etc.